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Via crucis

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Via crucis

CON  N. M. F.  MARÍA DEL ROSARIO ARREVILLAGA ESCALADA

 

PRIMERA ESTACIÓN

 «Jesús en el Huerto de los Olivos»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

         “En la oración que Dios hizo en el huerto, fueron tan intensos sus sufri­mientos, que le pidió al Eterno Padre que si era posible, pasara de El ese cáliz. Pero (…) ni por un momen­to quiso Ntro. Señor eximirse de que se cumpliera la Pasión; (…) al decir: –“Padre mío, si es posible pase de mí este cáliz”, fue porque en aquel momento se le representaron todas las iniquidades de los hombres, que causarían la condenación de muchas almas para las cuales sería inútil su Santísima Pasión,  y por eso sufría intensamente; pero sin embargo añadió: –“No se haga mi voluntad sino la Tuya”, porque quería en todo, sujetarse a cumplir la voluntad de su Padre.”. (L. 8, M. 216) Lleguemos delante del Sagrario a decirle: “no me preguntaré jamás qué pasos voy a dar, porque todos serán marcados por la obediencia; procuraré humillarme mucho poniéndome al servicio de todo el que me necesite, y con eso habré ganado dos cosas: el servir a los demás y el aprender a ser humilde para estar dispuesto a ver un superior en todo aquel que quiera mandarme”. Sí, hijas mías, así es como hemos de trabajar por Dios, ya que de Él hemos recibido tantas gracias para ir en busca de las almas. (Cf. L. 16 M.468)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

SEGUNDA ESTACIÓN

«Jesús es traicionado por Judas y arrestado»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“Ya hemos visto que la avaricia fue la pasión que se apoderó del alma del discípulo traidor y que por ella no tuvo inconveniente en entregar a su Maestro después de haber recibido de El tantas gracias y favores, porque lo amaba y hasta lo distinguió con que hiciera milagros (…) Ahora pensemos en cuál fue el origen de esa avaricia que lo arrastró a su perdición; empezó por acciones pequeñitas (…) por guardar para sí cortas cantidades de dinero sintiendo apego a él, considerándolo como cosa propia, empezó por no contrariarse en cosas insignificantes, por buscarse a sí mismo proporcionándose su comodidad; y de ahí fue cayendo en faltas hasta acabar con un crimen entregando a Dios Ntro. Señor en manos de sus verdugos. Todo por no vencerse en el primer momento. (…) Suframos hijas mías, y nunca por cumplir un miserable gusto nos alejemos de la Esclavitud y a semejanza de Judas vayamos a venderla por un regalo cual­quiera, por un goce sensible, por la satisfacción de un momento que pueda pro­porcionarnos un cariño de un superior o una palabra de consuelo” (L.16 M.481)

 

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

 

TERCERA ESTACIÓN

«Jesús es condenado por el Sanedrín»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Cuando los malos se juntan para hacer el mal, se apoyan unos a los otros y hasta parece que siempre encuentran todo fácil y favorable a sus deseos, y con toda tranquilidad sentencian en contra de aquel que les estorba para conseguir sus fines. Eso fue lo que pasó con Caifás al pronunciar la sentencia de muerte contra Dios Ntro. Señor cuando dijo: –“Es preferible que muera este hombre y no que muera todo el pueblo”. (…) Desgraciadamente hemos llegado a una época en la que no sólo los impíos desprecian a Dios Ntro. Señor, sino que hasta los que se precian de cristianos; (…) lleguemos con ellos delante del Sagrario a decirle con mucha ternura: –“Si Tú sufres por las almas, si tienes sed de ellas, aquí estoy yo para calmarla; yo sufriré por Ti y seré un soldado valiente en la lucha; me esforzaré en pelear por tu causa aunque sepa que no recibiré sino desprecios a cambio de mis trabajos, y malos tratos en recompensa de mis afanes. (Cf. L. 16, M. 468)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

CUARTA ESTACIÓN

«Jesús es negado por Pedro»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

«… debemos tener confianza en Dios, porque es tan misericordioso con nosotros, que después de darle nuestro corazón, los impulsos, los movimientos de arrepentimiento, nos perdona y nos devuelve gracias; por eso no debemos nunca fiar de nosotros mismos, sino confiar siempre en El; porque muchas veces pasa en algunas almas, que tienen arranque de valor, de Fe, y en un momento dicen: “yo no haré tal cosa; ¡Qué capaz que yo abandonara esto!”; –“Yo no te abandonaré”;  y esos son, llegado el momento, los primeros que caen; ¿por qué? por confiar en sí mismos.» (L.4 y 5 M.145)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

QUINTA ESTACIÓN

«Jesús es juzgado por Pilato»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“… Pilatos volvió á decirle al pueblo que no en­contraba delito en Jesucristo y que si a pesar de eso querían que crucificara a su Rey. El pueblo contestó que no tenía más rey que el César, y cuando Pilatos se lavó las manos creyendo que así se eximiría de su falta, y dijo que él no era responsable de la Sangre del Justo, le respondieron todos: –“Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Desgraciadamente, hijas mías, nosotras también aseguramos que no tenemos más rey que el César, cuando se su­bleva una pasión cualquiera y no la refrenamos. Decimos: que suelten á Barrabás y que crucifiquen a Cristo, cuando no queremos vencernos; y nos lavamos las manos como Pilatos, cuando al corregirnos sabemos contestar: –“Tengo cólera, tengo envidia, tengo celo, ¡qué culpa puedo tener de lo que siento! no soy responsable de ello; no puedo evitar el sentir”. Así queremos lavarnos las manos, pero eso no da resultado, y ya ven que no porque Pilatos se lavó, está en el cielo al lado de Ntro. Señor. No, hijas mías, hay que luchar”. (L. 17, M. 558)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

 

SEXTA ESTACIÓN

«Jesús es flagelado y coronado de espinas»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“… vamos a aprender a sufrir (…) miren cómo en la oración del huerto sufrió Ntro. Señor cuanto hay que sufrir, y nada rehusaba sino que aceptó todo lo que para El significaba amargura, tormentos, cruces, ¡hasta la crucifixión! y todo por puro amor a nosotros; todo le parecía poco, comparado con la salvación de las almas, aunque fuera de algunas, porque bien sabía que no todas se salvarían; y así sufrió cuando los azotes y la corona de espinas, sin quejarse, nada más porque nos amaba mucho. Por eso ahora nosotros, es justo que suframos por El, y ya que hemos meditado en los azotes y en la coronación de espinas, y hemos visto cómo los verdugos lo azotaron con (…) todos esos instrumentos de suplicio (…) hechos para que le arrancaran las carnes, hoy vamos nosotros a tratar de arrancarnos también el amor propio; a despedazarlo para que no nos estorbe y así podamos amar el desprecio y sepamos dejarnos humillar. Pero ya saben que han de docilitarse, que tienen que rendir el juicio, esas son las espinas que Vds. se han de clavar en la cabeza si es que quieren su­frir con Ntro. Señor, y cada vez que no quieran hacerlo así, sino que quieran hacer su voluntad, cumplir su gusto, y hacerse como gentes grandes, le están diciendo a Dios: –“Yo no quiero sufrir por Ti; que te claven las espinas en tu cabeza porque yo no quiero rendirme ni hacerme niña”. (L.8 M.218)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

SEPTIMA ESTACIÓN

«Jesús carga con la cruz»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“Señor, mírame, yo también estoy en el ca­mino del monte Calvario porque sufro al ver lo dura que soy; ya lo ves, quie­ro callar, y hablo todo el día, quiero vencerme y no puedo, quiero sacrificarme y me fastidia la cruz; me propongo estar recogida y es lo suficiente para estar disipada; siento ganas de ser humilde, y es cuando más me disculpo; to­do lo hago al revés, por eso quiero que me ayudes, para rendir mi juicio y docilitar mi voluntad, puesto que ese es el modo de ser obediente”. (L.8 M.219)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

 

OCTAVA ESTACIÓN

«Jesús es ayudado por el Cirineo»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“Cuando veas a tus hermanas duras y turbadas, que tu corazón sea el hospital donde les prodigues tus oraciones; tu juicio misericordioso sea el bálsamo de sus heridas. Procura que la razón te guíe, y no dejes que gobierne la pasión. A tus sacrificios nunca les pongas medida, tienes mina riquísima de amor, pero ten certeza que mientras menos te humillas, pierdes la veta que te producirá tantas riquezas”. (Carta de M. Ma. del Rosario Arrevillaga Escalada a Ma. de la Niña, 6 de enero de 1910)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

NOVENA ESTACIÓN

«Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“El fruto de una oración verdadera no ha de ser el llanto, porque eso no quiere decir nada; tampoco han de saber que su oración es buena por la mayor o menor ternura que sientan en ella. Para conocer si han hecho oración con provecho vean si se corrigen de sus defectos, estudien si antes han sido desobedientes y después salen resueltas a obedecer, (…) si están decididas a hacer la voluntad de Dios acatándola siempre con humildad, de tal manera que nunca se acerquen a luchar con El para exigirle que les dé pruebas de amor haciendo lo que ustedes quisieran y concediéndoles lo que le han pedido. (LOMF nº 185, apartado Oración)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

DÉCIMA ESTACIÓN

«Jesús es crucificado»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Al meditar hoy en la crucifixión de Ntro. Señor, vamos a acompañar a la Sma. Virgen en todos sus pasos, (…) consideraremos todos los sufrimientos suyos y los de su Santísimo Hijo (…) cada movimiento era un nuevo tormento para Dios Ntro. Señor, porque si doblaba su cabecita so­bre su pecho, sentía que se le abrían todas sus llagas, (…) Si la recostaba en la Cruz se le clavaban con más fuerza las espinas de su corona, y no tenía una postura en la que no sintiera dolores terribles. ¡Cuánto sufrió nada más por el amor tan grande que nos tiene! y todo eso lo sufrió entre las mayores injurias, entre el escarnio de un pueblo impío que se burlaba de Él y lo insultaba. ¡Cuánto padecería la Virgen Santísima! Ahora hemos de aprender cómo debemos sufrir nosotros; de qué manera hemos de responder a las injurias, a las murmuraciones de todos los que no nos quieren y no tienen más afán que destruirnos.” (L.9 M.220)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

 

DÉCIMO PRIMERA ESTACIÓN

«Jesús promete su reino al buen ladrón»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

“… hay dos maneras de sufrir únicamente, y son: la de San Dimas y la de Gestas; los dos estaban crucificados; los dos sufrían, y ¡qué distinta fue la suerte de cada uno! Cuando las almas que se crucifican con Cristo todo lo aceptan contentas por su amor, el sufrimiento les parece dulce, el martirio mismo lo encuentran hermoso, y su recompensa es oír de los labios de Dios Ntro. Señor estas palabras: –“Hoy serás conmigo en el Paraíso”. En cambio las que sufren como Gestas están crucificadas también, pero su sacrificio es sin mérito, su martirio no produce ningún fruto y se pierden para siempre”. (L. 16, M. 480)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

 

DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN

«Jesús, su Madre y el discípulo preferido»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Ahora que ha querido que recordemos su Crucifixión, (…) mirando a la Sma. Virgen, se dirige a Ella y le dice: –“Mujer, he ahí a tu hijo”, no te digo Madre porque me es muy grato llamarte con ese nombre tan dulce, porque te amo mucho; y como quiero despojarme de todo hasta me privo de pronunciar ese nombre, y por eso te digo: –“Mujer, aquí tienes a Juan, él será tu hijo, Tú le servirás de madre, te lo recomien­do en representación de todos los hombres y de las que algún día serán escla­vas tuyas; Tú protegerás y defenderás entonces a muchas almas a las que les servirás de madre, pequeñita, porque serán esclavas de tu niñez”. (L.9 M.220)

 

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN

«Jesús muere en la cruz»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

… Dios Ntro. Señor (…) enamorado del alma, que esperaba y no la veía llegar donde El estaba, en el colmo de su amor se subió a lo más alto de aquel árbol de los perfumes erizado de espinas; allí se puso dándole la espalda, abrió los brazos, y bien crucificado, tendió la vista por el camino esperando ver a la que amaba. ¡Qué bien se ve desde lo alto de una Cruz a quien se ama, hijas mías! por eso si queremos ser locas de amor por ese Dios que tanto ha hecho por nosotros, ¡qué justo es que suframos por El! y si queremos llegar algún día a verlo, subamos hijas mías, no nos quedemos abajo; no nos conformemos con estar al pie de la Cruz, porque desde allí no lo veremos; subamos a lo más alto de ella, de esa Cruz que para nosotros está representada en el árbol de la Esclavitud; y una vez allí, bien crucificadas, después de haber sufrido todos los desprecios, las amarguras, las humillaciones, las penas más intensas, esperemos tranquilas que no tarda­rá en aparecer ante nuestros ojos el objeto amado: ese Dios tan encantador por el que tanto hemos sufrido, y al que con tanto amor nos habrá llevado la Divina Infantita.” (L. 12, M. 329)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

 

DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN

«Jesús es depositado en el sepulcro»

 

V/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Hoy, meditando en que Jesús fue sepultado, tenemos que pensar que así como su cuerpo lo sepultaron, también al recibirlo sacramentado, lo sepultamos en nuestro corazón. Nos dice la meditación que el sepulcro era nuevo, y que le pusieron perfumes; esos perfumes hemos de ponerle nosotros, y han de ser las virtudes que hemos de practicar. Cuando se recibe a Dios en la Sagrada Comunión, el alma debe procurar ir adquiriendo más finura a medida que trata con Ntro. Señor, y si las personas que comulgan, tienen que ser finas, las que se consa­gran a servir a Dios, han de tener tal finura que todas sus acciones estén im­pregnadas de ella. (L. 7, M. 193)

V/. Señor, pequé, ten misericordia de mí.

R/. Pecamos Señor y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

 

Oración Final

“Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre–sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame; Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”. (Flp. 2,6-11)

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