Las Esclavas de la Inmaculada Niña, llamadas a participar en la acción salvífica de Cristo, respondemos dedicándonos especialmente a la niñez y juventud, en cualquier lugar donde la Iglesia nos llame.
Enfocamos nuestra misión a los más necesitados moral, intelectual y materialmente.
«Cristo enviado del Padre, fundó la Iglesia para hacer partícipes a todos los hombres de su misión salvadora. Nuestra congregación por la fuerza del Espíritu y con la solicitud maternal de María, participa en la misión salvífica haciendo presente a Cristo siervo de Yavé, con humildad, obediencia, sencillez y amor, en la niñez y juventud y entre los pobres y necesitados, evangelizando en Casas-Hogar, colegios, catequesis, ayuda parroquial, centros culturales, lugares de misión, y en otros ministerios que puedan ser válidos para la realización de nuestro carisma, en actitud de adaptación permanente a las necesidades de las personas, de los lugares y de los tiempos.» (const.54)
«Nuestra Congregación está abierta a las llamadas que hace la Iglesia para testimoniar a Cristo sobre todo en los lugares más pobres y abandonados, tratando de cumplir con fidelidad nuestro carisma.» (const.55)
«La fuerza radical de nuestro apostolado es nuestra Consagración Religiosa. Cuanto más unidas estemos a Cristo, por la donación total de nosotras mismas, tanto más dóciles instrumentos de la palabra de Dios seremos y más fruto producirá nuestra actividad Apostólica. <<Quien permanece en mí y yo en él, produce fruto copioso, porque separados de mí nada podéis hacer>>.» (const.56)
Nuestro apostolado es siempre comunitario. Cada una se incorpora a la misión de la comunidad por medio de la obediencia que nos encomienda una tarea concreta.
Todas, como en una verdadera familia nos solidarizamos con el trabajo de cada hermana, seguimos con interés sus actividades, y la acogemos animándola y prestándole nuestra ayuda. «Con cuantos medios estén a nuestro alcance Divinos y humanos». (const 57.)
«Reconocemos con humildad los talentos recibidos del Señor poniéndolos al servicio de la comunidad. Las Superioras y hermanas los valoran, procuran su desarrollo y colaboran haciendo que cada una trabaje en aquellas obras que sean más adecuadas a sus cualidades y aptitudes, pero teniendo en cuenta que la Misión de la Congregación es una obra solidaria que exige renuncias y sacrificios, hemos de estar dispuestas a aceptarlos con alegría.» (const.58)
«Nuestra misión exige conocer y amar a aquellas personas a quienes somos enviadas. Nos sacrificamos por ellas y trabajamos renovando y actualizando dinámicamente nuestros métodos y obras de apostolado, en actitud de permanente formación espiritual, cultural y apostólica, para responder, desde nuestro carisma, a las exigencias de la Iglesia y el mundo en todo tiempo y lugar.» (const. 59).