EL PADRE FEDERICO Y SU TIEMPO
Federico Salvador Ramón nace en el seno de una familia humilde, pero honrada y trabajadora donde las haya, el 9 de marzo de 1867. De padre instincionero y madre almeriense, Federico es un intelectual sobresaliente comprometido con su tiempo y con su fe. Vive, y participa de manera activa, en la sociedad frenética del tránsito del siglo XIX al XX, inmersa en una panorámica de mentalidades en conflicto que afecta a estadios tan diversos como la relatividad y la operatividad de los conocimientos, el problema de los valores o las relaciones entre ciencia y filosofía, ya desde el pensamiento conceptualista, ya desde el irracionalismo o desde la reivindicación de la «experiencia y la intuición de la inmediatez», que implica elecciones éticas y políticas, a veces abiertamente contrapuestas, y que culmina con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Federico Salvador experimenta en plenitud la remoción de los fundamentos del saber en las ciencias y en la cultura filosófica de los albores del siglo XX, la crisis del modelo positivista de cientificidad y la prevalencia de la razón y la ciencia, base de los grandes sistemas del siglo XIX, la «crisis», en definitiva, de una lógica científica conceptual –como consecuencia de la irrupción de los sistemas irracionalistas de Nietzsche, Bergson o Freud – que recorre, a través de su formulación en distintas tendencia, el pensamiento del siglo XX. La idea de un progreso imparable, sin limitaciones materiales ni temporales, se instala en la civilización occidental avalada por la construcción del Transiberiano, la Torre Eiffel, los canales de Suez y Panamá, los primeros automóviles y aeroplanos, las expediciones a los polos…, y se confía en que la libertad y la prosperidad se extiendan a todo el mundo, siguiendo un proceso evolutivo bien ordenado.
Este es el contexto ideológico en el que el Padre Fundador de las Esclavas de la Inmaculada Niña, crece, se desarrolla, trabaja y da fruto.
Con el foto de la mirada centrada sobre estadios más cercanos y concretos, es fácil observar como Federico Salvador se implica, o se ve implicado, de manera activa en muchas cuestiones y situaciones ante las que define una posición de forma clara y valiente, pero de manera especial aparece inmerso en dos debates relevantes de aquellos años que derivan en violencia dialéctica extrema en demasiadas ocasiones: la defensa de la buena prensa y la contención de un modelo de escuela laica que emerge con fuerza inusitada en el universo educativo.
Su llegada a La Independencia, diario católico, en calidad de propietario, hecho que remarca con insistencia otro colega de la época, La Crónica Meridional, y no con el rango de director que le atribuyen algunas de sus biografías modernas, su actividad como editor que fructifica en publicaciones como la revista mariana Esclava y Reina y la fundación de casas/colegios/internados bajo la advocación de la Divina Infantita, “que tanto como a la enseñanza, dedicarán sus desvelos a la educación moral, al saneamiento de las almas de los alumnos de dicho centro”, misión a la que entrega gran parte de subida, son prueba palpable de la anterior afirmación.
SU OBRA BIBLIOGRÁFICA, UNA GRAN DESCONOCIDA
Pero, Federico Salvador, a pesar de la ingente labor que realiza en vida, es un gran desconocido para la sociedad actual fuera de sus círculos cercanos. Su obra escrita permanece atesorada en archivos y claustros de difícil acceso. Los catálogos de la Red de Bibliotecas Universitarias de España apenas registran dos de sus muchos libros y tratados, y media docena de la Red de Bibliotecas Públicas, casi todos en su Almería natal. En la Biblioteca Nacional de Madrid se guarda Del culto de la Inmaculada. Primera parte, (Del culto interno y externo), López Guevara, Granada, 1907 (también hay dos ejemplares en la Biblioteca Universitaria de Hospital Real, en Granada), y 100 mensajes de vida, Congregación de Religiosas Esclavas de la Inmaculada Niña, Madrid, 2013. Su biografía está recogida en unos pocos trabajos recientes, y… no hay más.
EL PRESBÍTERO FEDERICO SALVADOR RAMÓN, PROFETA EN SU TIERRA
Estas páginas, fruto del atento análisis de las hemerotecas de toda la prensa escrita almeriense de aquellos años, evidencian que la situación era muy distinta entonces.
El padre, “el presbítero”, Federico Salvador, es un personaje “público” en su tierra desde que, con apenas catorce años, el diario La Crónica Meridional, el 14 de junio de 1881, informa acerca de los resultados habidos en los exámenes del Instituto Politécnico de la ciudad e incluye entre los sobresalientes el nombre del alumno Federico Salvador Ramón.
A partir de ese momento, no resulta difícil reconstruir un bosquejo aproximado de lo que sus conciudadanos supieron y opinaron de él, que no fue poco.
Los diarios y semanarios cuentan la brillantez de un expediente académico acreedor de becas y subvenciones, los primeros pasos de un adolescente poeta, su acceso al sacerdocio junto al detalle de las etapas cubiertas en el desempeño de ese ministerio y de su día a día oficiando misas, asistiendo a bodas, bautizos y entierros…, su labor docente como catedrático, su interés por la cultura, su condición de orador excelso…
También testimonian su compromiso con los problemas sociales y políticos, su solidaridad con los necesitados y su lucha contra las injusticias. Se sabe por ellos de sus amigos y enemigos, y cuál es su actitud antes unos y otros. Hasta los más nimios y aparentemente triviales detalles como sus idas y venidas a Guadix o Melilla, dibujan a los ojos curiosos de los lectores de entonces los azares y venturas de su misión evangélica y fundadora. [CRÓNICA, PUBLICADA, DE LA VIDA Y OBRA DE FEDERICO SALVADOR RAMÓN ALMERÍA 1881 – 1935]