INTRODUCCIÓN
Nos reunimos para mirar a María y esperar con María. Al mirar a María, contemplamos su hermosura, todo un milagro de la gracia. Dios se fijó en ella y la amó con predilección, la amó porque se fijó en su pequeñez y en su fe. María, por su parte, es como un capullo que se abre totalmente al soplo del
Espíritu, ‘mujer de silencio y de la escucha’, de la acogida y la entrega.
OREMOS: Padre de misericordia, que nos has dado en María un ejemplo de escucha y acogida de tu Palabra, haz que sepamos imitarla en la fe, en la docilidad y en el amor, para que el misterio de la Encarnación se renueve también en nosotros. Amén.
LECTURA DE LA PALABRA (Lc 2, 39-52)
Monición: María ha sido presentada a lo largo de los años como modelo de fe, esperanza y caridad. Leeremos textos apropiados a estas virtudes.
“Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
(Breve silencio para interiorizar).
COMENTARIO
María, dedicada constantemente a su divino Hijo, se propone a todos los cristianos como modelo de fe vivida. “La Iglesia, meditando sobre ella con amor y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de veneración, penetra más íntimamente en el misterio supremo de la Encarnación y se identifica cada vez más con su Esposo” (LG 65).
María está dedicada enteramente a su Hijo, vive enteramente para Dios, no vive para sí misma. Está siempre a la escucha. Cuando recibe su palabra, la guarda en el corazón, para entrañarla. Así pudo acoger, no ya una palabra, sino la Palabra, y la guardó con amor de madre.
Mujer de fe, porque vive pendiente siempre de Dios, que es el Sol de su vida; porque mete a Dios en su más profunda intimidad; porque confía totalmente en Dios y se pone en sus manos.
Por eso fue dichosa. La fe puede desequilibrar nuestra vida, como le pasó a Abraham, que debe desarraigarse de todo. Como pasó a María, cambiando su proyecto de vida. Pero Dios bendice con los hijos, con el hijo, con la gracia, y no hay dicha mayor.
María es lo contrario de Eva, la que no cree, la que se busca a sí misma y quiere planificar a su modo la vida. Se convertirá en desgracia para ella y para sus hijos, sufrimientos y lágrimas.
(Silencio para reflexionar).
OFRENDA: Evangelio, la palabra de Dios que María acoge.
CANTO:
Mientras recorres la vida
tú nunca solo estás;
contigo por el camino
Santa María va.
Ven con nosotros al caminar,
Santa María, ven. (bis)
Aunque te digan algunos
que nada puede cambiar,
lucha por un mundo nuevo
lucha por la verdad.
Si por el mundo los hombres
sin conocerse van,
no niegues nunca tu mano
al que contigo está.
Aunque parezcan tus pasos
inútil caminar,
tú vas haciendo camino,
otros lo seguirán.
Madre de la Esperanza (Lc 2,46-52)
“Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se
quedaron atónitos, y le dijo su madre: ‘Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados’. Él les contestó: ‘¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?’. Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.»
(Silencio para interiorizar)
María, mujer dócil a la voz del Espíritu, mujer del silencio y de la escucha, mujer de esperanza, que supo acoger como Abraham la voluntad de Dios “esperando contra toda esperanza” (Rm 4,18). Ella ha llevado a su plena expresión el anhelo de los pobres de Yahveh, y resplandece como modelo de los que se fían con todo el corazón de las promesas de Dios”
COMENTARIO
María lo espera todo de Dios, como Abraham. Podía haberse reído de las cosas que prometía el ángel, como Sara; parecían sueños imposibles, pero confía. Dios puede convertir los sueños en realidad, 2ninguna cosa es imposible para dios’. María también sueña y quiere colaborar en la realización de lo imposible, aportando lo poco que ella puede, lo poco que ella es.
María cultivaba ya esta esperanza del pueblo de Dios, que se concentraba en la espera del Mesías. Más que nadie ella lo esperaba, porque era ‘dócil a la voz del Espíritu’, porque captaba los anhelos del Espíritu: ¡Ven, ven, Señor, a salvarnos!. Ella es la Virgen del Adviento.
En sintonía total con el Espíritu, captaba fuertemente el anhelo de los planes de Yahveh, y así lo cantó en el Magnificat. Dios no se olvidará de su misericordia y de sus promesas a favor de los humildes, los hambrientos y los excluidos del mundo. Este canto de María alienta nuestra esperanza y nuestro compromiso a favor de los que sufren.
(Silencio meditativo)
OFRENDA: Tres velas encendidas: La Fe, la Esperanza y la Caridad.
CANTO:
SANTA MARÍA DE LA ESPERANZA,
MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA ESPERA,
MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA ESPERA.
Nos diste al Esperado de los tiempos,
mil veces prometido a los profetas.
y nosotros de nuevo deseamos
que vuelva a repetirnos sus promesas.
Brillaste como aurora del gran día,
plantaba Dios su tienda en nuestro suelo.
Y nosotros soñamos con su vuelta,
queremos la llegada de su reino.
Ejemplo perfecto de amor (Lc 1,26-38)
“En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin’. Y María dijo al ángel: ‘¿Cómo será eso, pues no conozco varón?’. El ángel le El ángel, entrando en su presencia, dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has encontrado gracia ante
Contestó: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible’. María le contestó: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel se retiró.»
(Silencio para interiorizar)
María santísima, hija predilecta del Padre, se presenta ante la mirada de los creyentes como ejemplo perfecto de amor, tanto a Dios como al prójimo… El Padre ha elegido a María para una misión única en la historia de la salvación: ser madre del mismo Salvador. La Virgen respondió a la llamada de dios con una disponibilidad plena: ‘He aquí la esclava del Señor (Lc 1,38).
COMENTARIO
Amor en María significa disponibilidad total hacia el otro, hacia Dios. Se ha vaciado de sí misma, ni pizca de egoísmo, y quiere vivir para Dios, para su Hijo, para sus hijos.
Esta disponibilidad incluye acogida y entrega. Acogida de la Palabra. No cierra los oídos ni el corazón. No se defiende ni se escuda. Acogida cálida, como el surco bueno. Entrega al cuidado y servicio de la Palabra. Entrega sin condiciones y sin límites. Es la auténtica responsabilidad.
Esta entrega responsable le lleva al servicio de los pequeños y necesitados, sea el caso de Isabel, sea el de los novios de Caná, sea el de Juan y los discípulos temerosos, sea el de todos sus hijos, incontables, que acuden a ella.
(Silencio)
OFRENDA: Flores blancas, símbolo de María Inmaculada.
CANTO:
Hoy que quiero comenzar de nuevo
quiero hacerlo bajo tus pies,
mis anhelos y esperanzas yo te entrego
y mis noches de temor y desalientos
y mi sed de Dios.
Dame, Señora, un poco de tu corazón,
un poco de ese amor con que viviste;
a mi debilidad dale un poco de tu fuerza,
a mi oscuridad dale un poco de tu luz,
y de tu paz.
Hoy que quiero comenzar de nuevo Hoy que quiero comenzar de nuevo,
sé que no lo puedo hacer sin ti; como un niño me abandono a ti;
necesito que me enseñes el secreto, que tu voz sea la canción en mi silencio
para andar este camino sin regreso, y tus ojos sean la luz en mi sendero
para ir a Dios. para ser de Dios.
PETICIONES
Uniendo nuestra oración a la de María Inmaculada, te pedimos, Padre misericordioso:
- Por la Iglesia, en la lucha diaria contra el mal y el pecado, para que sea santa e inmaculada, como María.
- Por todos nosotros, para que a ejemplo de María, sepamos guardar la palabra y crecer en la fe, la esperanza y el amor.
- Por todos los que son víctimas del pecado, por los que no tienen fe y viven sin Dios, para que encuentren la luz que necesitan y la gracia de la conversión.
- Por los frutos del Año Extraordinario de la Misericordia, frutos abundantes de renovación espiritual, de perdón y solidaridad.
- Por las víctimas del terrorismo, de la explotación, y de la violencia en todas sus formas
- Por la paz en todo el mundo.
- Por los pobres y los que sufren, para que sean convenientemente evangelizados.
…
Oremos: Te pedimos, Señor, por intercesión de María Inmaculada, que nos confortes en el humilde servicio del amor. Amén.
CANTO FINAL:
¡Alegría, que ya viene el día
que ya va alumbrando sus rayos el sol
para darle la muy bienvenida
a la Inmaculada, Pura, Concepción!.
Es María la barca de plata,
el Padre el piloto,
el Hijo el timón,
y el Espíritu Santo los remos
que llevan al puerto de la salvación,
y el Espíritu santo los remos
que llevan al puerto de la salvación.
(O bien,)
Salve, Madre, en la tierra de tus amores
te saludan los cantos que alza el amor.
Reina de nuestras almas,
flor de las flores, muestra aquí
de tu gloria los resplandores,
que en el cielo tan sólo te aman mejor.
Virgen santa, Virgen pura,
vida, esperanza y dulzura
del alma que en ti confía,
Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare,
todo mi amor para ti,
mas si mi amor te olvidare,
Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare
tú no te olvides de mí