ADVIENTO
El ser humano de nuestro tiempo es incapaz de espera, no sabe esperar; está acostumbrado a las cosas inmediatas, a hacer todo rápido.
La liturgia del adviento nos anuncia el misterio de la espera y de la venida de Dios; la certeza de su llegada llena de alegría nuestra espera.
Preparemos el corazón, allanemos el camino, separemos el trigo de la paja, purificándonos…
Maestros y modelos
Tenemos unos compañeros de camino; con su vida nos enseñan y muestran que es posible la preparación, y nos invitan a prepararnos:
Isaías: que expresa la esperanza de Israel, nos anuncia que Dios cumplirá sus promesas en el Salvador y no tardará. Él, el creador de cielos y tierra tiene el poder de redimirnos, de forjar una nueva creación.
Juan Bautista: como el último de los profetas, se presenta con la misión de preparar el camino del Señor, nos señala a Cristo presente entre nosotros. Desea ceder el lugar a Cristo, que debe crecer, mientras él ha de menguar. Es la voz potente que despierta las inquietudes en las conciencias adormecidas de los hombres.
María: cuando pronuncia su «sí» al ángel, inaugura el tiempo del cumplimiento y el hijo de Dios entra en el mundo como el «nacido de mujer», así salvará al mundo desde el interior de la realidad humana.
José: es el eslabón que, a través de David del que desciende, une a Cristo con la gran Promesa, «mantendré después de ti el linaje salido de tus entrañas, consolidaré su reino». Por ser legalmente hijo de José, Jesús puede llamarse y ser saludado con el título mesiánico de «hijo de David».
Mensaje de las lecturas del año “C”
El Leccionario Dominical
La liturgia de la Palabra fija su atención, en primer lugar, en la última venida de Cristo.
Primer domingo: la liturgia nos invita a considerar seriamente la última venida de Cristo, el Señor viene como: juez de paz (año A); Redentor (año B); Libertador (año C). Se nos invita a vigilar y orar.
Segundo domingo: El Señor viene como: juez justo (año A); con poder (año B) y esplendor (año C). Juan Bautista nos proclama el comportamiento adecuado: conversión, preparar el camino. Es una invitación a tomar las cosas en serio, a ir a la raíz, a personalizar al máximo.
Tercer domingo: se desplaza el acento de la última venida de Jesús a su “próxima” venida. Sigue siendo el protagonista Juan Bautista, interrogado (año B) y él mismo se pregunta (año C) sobre Jesús; lo descubre como luz (año B) y como el que bautiza en el Espíritu (año C). Quien recorre la experiencia de Juan descubre la actitud fundamental del adviento, el gozo que brota del Espíritu (año B) y de la proximidad del Señor (año C) como salvador (año A).
Cuarto domingo: centrado en el nacimiento de Cristo en la Virgen María, que acoge el plan de Dios. Con el anuncio a José (año A) y a María (año B) comienza una nueva historia. En las dos madres que se abrazan (año C) se encuentran ambos Testamentos: La realización de las profecías tiene lugar gracias a ciertas actitudes marianas: disponibilidad, acogida.
El Leccionario Ferial
Sintetizando al máximo, tengamos presente que en los días feriales se lee progresivamente el libro de Isaías; por consiguiente, con vistas a la interpretación deberemos partir del tema o acontecimiento que sugiere esta lectura. Por otra parte, la perícopa evangélica casi siempre es de Mateo, el evangelista que se preocupa de subrayar cómo las Escrituras se cumplen en Jesús; el anuncio de Isaías (primera lectura) se cumple en Jesús (evangelio).
Aparece una sabia pedagogía en la estructura del leccionario: no comienza con “denuncias” o invitación a la conversión (ver el ciclo de Juan Bautista), sino anunciando lo positivo y la belleza de las promesas, para suscitar esperanza y deseo, para abrirse al acontecimiento.
Podemos ver cierto desarrollo vinculado a los personajes-guía del adviento:
1.-Ciclo de Isaías
Primera Semana
Lunes: llega la salvación de todos.
Is 2,1-5: el Señor reúne a todos los pueblos.
Mt 8,5-11: vendrán muchos de oriente a occidente.
Martes: El que viene posee el Espíritu del Señor.
Is 11,1-9: el Espíritu del Señor se posará sobre él.
Lc 10,21-24: Jesús se alegró en el Espíritu Santo.
Miércoles: invitación a participar en el banquete de vida.
Is 22,6-10: El Señor invita a todos a su banquete y vence a la muerte y el dolor.
Mt 15,29-37: Jesús cura a muchos y multiplica los panes.
Jueves: el justo se acerca al misterio del Reino.
Is 26,1-6 entra un pueblo justo.
Mt 7,21.24-27: quien cumple la voluntad del Padre entra a formar parte del Reino.
Viernes: El que viene hace recobrar la vista.
Is 29,17-24: en aquel día se abrirán los ojos a los ciegos.
Mt 9,27-31: Jesús cura a dos ciegos, que creen en él.
Sábado: El que viene es compasivo y misericordioso.
Is 30,19-21.23-26: el Señor se apiadará.
Mt 9,35-10,1.6-8: Al ver a la gente, Jesús sintió compasión.
Segunda semana
Lunes: El que viene es el Mesías salvador (pecado, enfermedad).
Is 35,1-10: nuestro Dios viene a salvarnos.
Lc 5,17-26: hemos visto cosas admirables.
Martes: viene como pastor, que busca y consuela a su pueblo.
Is 40,1-11: como un pastor consuela a su pueblo.
Mt 18,12-14: el pastor busca la oveja perdida: no quiere que los pequeños se pierdan.
Miércoles: el que viene da vigor y esperanza
Is 40,25-31: el Señor da fuerza al cansado.
Mt 11,28-30: venid a mí todos los que estáis fatigados.
2.- Ciclo de Juan Bautista
Hasta el 17 de diciembre se lee lo que se refiere a la misión de Juan Bautista. Por una parte, es figura de cuantos se preparan a la venida del mesías, escrutan los signos de los tiempos, son los acuciados por el problema de la búsqueda de Dios; por otra parte, es el que señala la venida. Resumiendo, es el hombre que “no sabe” y “sabe”: es el creyente.
En este ciclo, mientras la primera lectura repite los temas precedentes, aparece la invitación a interiorizar el mensaje: prestar atención, reconocer, cambiar de vida, convertirse… Se trata de adoptar actitudes concretas. Con este ciclo se pasa de la profecía a la realización inminente.
SEGUNDA SEMANA
Jueves: Juan y la grandeza del reino del redentor.
Is 41,13-20: tu Redentor es el santo de Israel
Mt 11,11-15: Juan Bautista, el más grande de los nacidos, el más pequeño del Reino.
Viernes: invitación a la escucha.
Is 48,17-19: si hubieras atendido a mis mandatos.
Mt 11,16-19: no han escuchado ni a Juan ni al Hijo del hombre.
Sábado: Juan, nuevo Elías, invita a reconocer los signos de la venida.
Eclo 48, 1-4.9-11: Elías volverá.
Mt 17, 10-13; en él Elías ya ha venido y no le han reconocido.
TERCERA SEMANA
Lunes: discernir la misión de Juan y la de Cristo como obra del cielo.
Nm 24,2-7.15-17: oráculo de Balaán: despunta una estrella de Jacob.
Mt 21,23-27: el bautismo de Juan, ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?
Martes: reconocerse pobres y pecadores y para descubrir la venida del Reino.
Sof 3,1-2. 9-13: se promete la salvación mesiánica a los pobres y pecadores.
Mt 21,28-32: vino Juan y no le han creído.
Miércoles: Juan se pregunta por la venida de Cristo.
Is 45,6-8. 18.21-25: Cielos, destilad de lo alto.
Lc 7,19-23: anunciad a Juan lo que habéis visto y oído.
Jueves: preparar el camino a Israel que vuelve, a Cristo que viene
Is 54,1-10: Como a mujer abandonada te vuelve a llamar el Señor.
Lc 7,24-30: Juan es el mensajero que prepara el camino al Señor
Viernes: Juan es la lámpara que guía a los pueblos al templo del Señor.
Is 56,1.3.6-8: mi templo es casa de oración para todos los pueblos.
Jn 5,33-36: Juan es la lámpara que arde y brilla.
3.- CICLO DE MARIA
Tengamos presente que, en este tercer ciclo, es el evangelio quien adquiere preeminencia, mientras –como se recordará- en el primer ciclo dominaba Isaías. Se trata de una lectura continua primero de Mateo y luego de Lucas.
La profecía se hace historia concreta. Todo lo que ha sido anunciado se realiza en Jesús; el acontecimiento de su venida se puede situar en el espacio y en el tiempo. La figura de Juan se entremezcla continuamente con la de Jesús: también su nacimiento anuncia a Cristo.
Este ciclo, resumiéndolo al máximo, nos presenta una gran reflexión del hecho de la maternidad, y el canto de las madres a Dios por el don recibido.
17 dic.: El que viene es el hijo de David; en él converge la historia.
Gn 49,2-.8-10: no se apartará el cetro de Judá.
Mt 1,1-17: genealogía de Jesucristo, hijo de David.
18 dic.: el hijo de José es el vástago de David.
Jer 23,5-8: suscitará a David un vástago legítimo.
Mt 1,18-24: Jesús nació de María, esposa de José, hijo de David.
19 dic.: el nacimiento, signo del paso de Dios y fruto de un plan divino (el nacimiento en Antiguo Testamento).
Jue 13,2-7.24-25: nacimiento de Sansón anunciado por el ángel.
Lc 1,5-25: nacimiento de Juan anunciado por el ángel.
20 dic.: un ángel anuncia el nacimiento de Cristo.
Is 7,10-14: La virgen concebirá.
Lc 1,26-38: Concebirás y darás a luz un hijo.
21 dic.: La visitación: encuentro de las dos madres, de ambos Testamentos: el Antiguo y el Nuevo.
Cant 2,8-14: Mirad: mi amado viene, saltando por los montes.
Lc 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
22 dic.: Canto de las madres por el don de la maternidad.
1 Sm 1,24-28: Ana agradece el nacimiento de Samuel.
Lc 1,46-55: María glorifica al Señor.
23 dic.: nacimiento del precursor.
Mal 3,1-4.23-24: antes del día del Señor mandará al profeta Elías.
Lc 1,57-66: nacimiento de Juan Bautista.
24 dic.: se realiza la promesa hecha a David: nace el sol de lo alto.
2 Sm 7,1-5.8-11-16: la promesa hecha a David: el reino durará eternamente.
Lc 1,67-79: Nos visitará un sol que surge de lo alto, como había prometido.
EL MISTERIO DE LA ESPERA Y DE LA VENIDA DE DIOS, CELEBRADO EN LA LITURGIA
En adviento celebramos el misterio siempre en acto de la venida de Jesús, venida que cubre todo el arco de la vida personal y de toda la historia humana.
La espera que celebramos es única y sus momentos están vinculados entre sí: el adviento de Cristo en la carne se proyecta, por el adviento cotidiano, a la Iglesia y al hombre; éste, a su vez, tiende hacia la vuelta de Cristo: la parusía y el fin último de la espera.
EL MISTERIO DE LA ESPERA Y VENIDA DE DIOS, VIVIDO EN LA VIDA DE CADA DÍA.
Las grandes visiones, los anuncios magníficos y los vivos ejemplos de los grandes maestros y modelos del adviento nos quieren llevar a no esperar nada distinto de Cristo, a acogerle con total confianza en cuanto llame a nuestra puerta, a asumir actitudes que preparan su venida. Siguiendo la liturgia podemos sintetizarlas:
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Mantenerse vigilantes en la fe, en la oración, con una apertura atenta y dispuestos a reconocer los “signos” de la venida del Señor en todas las circunstancias y momentos de la vida y al final de los tiempos.
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Caminar por el camino trazado por Dios, dejar las sendas tortuosas; “convertirse”, para seguir a Jesús hacia el reino del Padre.
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Testimoniar el gozo que nos trae Jesús Salvador, con la caridad afable y paciente con los demás, abiertos a cualquier iniciativa buena, por las que ya se constituye el Reino futuro en el gozo sin ocaso.
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Tener un corazón pobre y vacío de sí, imitando a José, a la Virgen, a Juan Bautista, a Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a salvar a los hombres.
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Participar en la celebración eucarística en este tiempo de adviento significa acoger y reconocer al Señor que viene continuamente a nosotros, seguirle en el camino que conduce al Padre; para que en su venida gloriosa al final de los tiempos nos introduzca a todos en el reino, para «hacernos partícipes de la vida eterna» con los bienaventurados y santos del cielo.
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Viviendo de este modo, los cristianos desempeñamos un papel profético de protesta contra un mundo adormecido que corre el riesgo de perder su propia alma, y testimoniamos el gozo profundo y la fe cierta de la venida de un mundo mejor por medio de la continua venida de Cristo.
(Cfr. ZEVINI GIORGIO/CABRA PIER GIORDANO, «Lectio Divina para cada día del año: Tiempo de Adviento», Volumen I, Ed. Verbo Divino)