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A.I.I.V
MES DE MAYO
TERCER DÍA
BOTÓN DE ROSA – DOCILIDAD
Tanto amor para ti mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía
mas… ¿Puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
En este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
Botón de rosa
Tierno botón de perfumada rosa
mi corazón te ofrece en este día,
a ti que eres del mundo la alegría,
a ti que eres del cielo el esplendor.
Muy débil es: sus pétalos rosados
no abren a la luz, Niña María,
si sus rayos purísimos no envía
sobre su tallo el astro bienhechor.
Así mi pecho, dulce prenda amada,
semejante al botón, cerrado vive,
y no se mueve mientras no recibe
una mirada tuya maternal.
Tu esclava(o) soy, Niña encantadora,
y en vivir a tus pies, cifro mi gloria;
en padecer por ti, mi gran victoria,
y en dar la vida por tu amor, mi bien.
Por eso soy como el botón de rosa
que sin la luz del sol no se abriría,
y tu mirada lo abre Niña mía,
y abierto ya, lo llevas al edén.
Docilidad
“María es comparada con la ovejita porque el distintivo de ella es la mansedumbre, y porque es también dulce y obediente a la voz del su pastor. Dice aquí que la oveja es sumisa y llena de docilidad aunque reciba malos tratamientos, y que su lanita la da en provecho de quien la cuida y con ella vista a los pastorcitos; que así también María cubre con su manto hermosísimo a sus hijos y de esa manera nos pone bajo su protección”. (LOMF, sencillez, 39)
“-¿Y cómo podríamos buscar modelos en que imitar las obras de amor de las almas transformadas en Cristo y no acudir a la Reina del Amor?
Transformada en Dios desde el primer instante de su Concepción, era tan perfecta la correspondencia a la divina voluntad, que en el Corazón Inmaculado de la Reina no hubo jamás el más ligero desconcierto entre el querer divino y el querer de Ella.
Siempre fue la Esclava del Señor y esta soberana esclavitud es el fundamento de toda su gloria”. (El Discípulo Amado y el Amor, Siervo de Dios P. Federico Salvador Ramón)
De amores llena te traigo el alma,
Niña María, dulce ilusión,
recibe ¡oh Reina!, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña preciosa, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque
la flor que ves.
Ellas te canten, Niña del alma,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.