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A.I.I.V
MES DE MAYO
QUINTO DÍA
AZAHAR – FIDELIDAD
Tanto amor para ti mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía
mas… ¿Puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
En este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
Azahar
Es el azahar la flor encantadora
que hoy corté para ti, Virgen María,
acéptala, mi Reina, mi Señora,
y acepta el corazón que te la envía.
Es emblema de unión casta y bendita,
corona de la virgen desposada,
y por eso la trae, dulce Infantita
una alma de la tuya enamorada.
Toma mi pobre flor, y su perfume
en aras de mi amor se eleva al cielo.
De ese amor que da vida y que consume,
y es mi sola ambición y mi consuelo.
El azahar que hoy queda en tus altares
te dirá que a ti anhelo estar unida;
y si me haces gustar de tus pesares
pruebas me das de amor, Madre querida.
Guarda mi florecita perfumada,
que jamás se marchite, Madre mía,
que en ella mires mi alma y preservada
quede por ti del mal, Niña María.
Fidelidad
“Qué bien se ve la infidelidad del alma; con cuánta claridad vemos que el que empieza por ser infiel en lo pequeño, después sin sentir va cayendo de infidelidad en infidelidad. Hemos de ver tanto amor de Dios para la criatura, y cómo ese amor infinito, constantemente es mal correspondido por ella”. (NMF L.11, M 296)
“El amor de María a Dios es el más probado. Hasta las heces bebió siempre el cáliz de la tribulación. Huyó con su Hijo a Egipto, fue privada de Él tres días, lo contempló siempre en trabajos y pobrezas, lo vio hecho una llaga desde la planta de los pies hasta lo más alto de la cabeza, en presencia de Ella fue crucificado.
María siempre estuvo firme, nunca sintió desmayo ni sucumbió por la fuerza de los pesares. María siempre permaneció en pie desafiando las iras de los verdugos de su Hijo”. (El Discípulo Amado y el Amor, Siervo de Dios P. Federico Salvador Ramón)
De amores llena te traigo el alma,
Niña María, dulce ilusión,
recibe ¡oh Reina!, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña preciosa, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque
la flor que ves.
Ellas te canten, Niña del alma,
Endechas tiernas de nuestro amor
Dulces cantares de amor divino,
Pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.