OCTAVO DÍA
AZUCENA
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
Deja que cante, Niña Inmaculada
a tu pureza en este día.
En que viene a ofrecerte el alma mía
una azucena suave y perfumada.
Una azucena cándida y hermosa
mas no tanto cual tú, Virgen bendita,
puesto que su hermosura se marchita
y la tuya jamás, Niña preciosa.
Ni puede compararse su blancura
con la del alma encantadora y santa
de la Reina que holló con firme planta
del dragón infernal la frente impura.
Esa es más limpia que el rocío del cielo,
más pura que la luz del sol naciente,
más clara que la límpida corriente
del cristalino y tímido arroyuelo.
Más casta que la cándida avecilla
que sólo vive vigilando el nido;
más blanca que el vellón apetecido
de la dulce y mansísima ovejilla.
Tu pureza sin mancha es ensalzada
por el sonoro río cuando murmura,
y en sus gratos murmurios dice: -Es pura
la pequeña Infantita Inmaculada.-
Pura, pura entre todas las mujeres
va repitiendo el eco en la montaña,
y del palacio real a la cabaña
el céfiro nos cuenta que casta eres.
Lo canta el ruiseñor en la enramada
y la parlera alondra entre el follaje.
el susurrar del viento, el oleaje,
todos nos dice: -Ella es Inmaculada.-
“Toda pura es María” gime la brisa.
“No tiene mancha alguna”, clama el cielo.
Y el pajarillo dice alzando el vuelo,
“es pura su mirada y su sonrisa”.
“Más pura que el fulgor de las estrellas
de una noche apacible y sosegada.
Más pura que la luz de una alborada
y que el perfume de las flores bellas”.
“Más blanca que la nieve y que el armiño,
más blanca que la espuma del torrente,
más candorosa que la dulce frente
y la sonrisa angelical del niño”.
“Es inocente, más que la paloma,
es delicada cual cristal precioso,
su semblante es purísimo y hermoso,
su cabello despide grato aroma”.
“Es airosa y esbelta cual la palma,
es ligera cual cisne en la laguna.
Y con su luz suavísima de luna
va alumbrando la noche de nuestra alma”.
Todo eso y más nos dice la natura
extasiada ante tí, Niña María
gozando en la hermosura peregrina
de la Reina del mundo y de la altura.
Bendigo a Dios en ti, Santa Princesa,
y cual yo lo bendice el orbe entero,
en unión del celeste mensajero
que bajó a proclamar tu gran pureza.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.