SEXTO DÍA
CLAVEL
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
Rico clavel de purpurinas hojas
mi corazón te ofrece reverente.
¡Qué bien están esas corolas rojas,
como diadema de tu blanca frente!
Para la Madre del Amor Hermoso
traje una flor que amores simboliza,
sobre su tallo se mecía gracioso
acariciado por la suave brisa.
Mas al saber que a engalanar tu trono
estaba el venturoso destinado,
del rey entre las flores se dio tono
y me ofreció su cáliz perfumado.
Aquí lo traigo ante la Virgen pura,
ante la Madre del Señor clemente,
fiel imagen de Dios, sublime hechura
de su mano bendita, omnipotente.
Si a la natura la colmó de flores,
si le dio un astro que alumbraba el día,
¡Qué le daría el amor de sus amores,
a su purísima, angelical María!
Pocas le parecían todas las galas
para ornar a la Reina del consuelo,
que había de ser llevada entre las alas
de ángeles mil, desde la tierra al cielo.
Allí multiplicó sus regios dones,
por eso las virtudes florecieron
en aquel corazón de corazones
y al calor de su amor siempre crecieron.
Si al sol lo había nombrado rey del día
y reina de la noche era la luna,
estos dos reyes, al nacer María
rindieron su poder junto a esa cuna.
Impulsadas por raudo movimiento
su morada de paz abandonaron
las estrellas del alto firmamento,
y el manto de su Reina tachonaron.
La aurora descendió del carro de oro
do luce su belleza soberana,
y ante la Niña que es nuestro tesoro,
entre celajes mil de ópalo y grana.
Depositó sus galas, su hermosura,
sus cristalinas perlas y sus brisas,
y le ofreció radiante de ventura
a la Niña hechicera sus sonrisas.
Desde entonces, la luz de la mañana
fue la preciosa y virginal María,
cuando feliz entre los brazos de Ana
con gracia angelical se sonreía.
Desde entonces brillaron los luceros
en los ojitos de la dulce Niña;
se cubrieron de flores los senderos
y de abundantes frutos la campiña.
En el carmín de su pequeña boca
tomaron los claveles sus colores;
de su firmeza se formó la roca;
de su dulzura, el néctar de las flores.
De sus mejillas se hizo el terciopelo
que da a la rosa su sin par tersura,
y de su frente limpia como el cielo
la suavidad del lirio y su blancura.
El alabastro fue de su albo cuello,
y las olas del mar, de su grandeza,
pues al crear mi Dios todo lo bello
en la reina pensó de la belleza.
Los trinos de los pájaros cantores
no igualarán tu voz, Virgen María,
que en ella hay mil encantos seductores
de la más armoniosa melodía.
¡Dulce encanto del ángel y del hombre!
¡Radiante luz del cielo y de la tierra!
¡Deja que arrodillada ante tu nombre
medite en lo mejor que el orbe encierra!
Permite que extasiada ante los dones
que prodigó el Señor a tu alma pura,
deposite a tus pies mil corazones
que te sirven aquí y allá en la altura.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.