DÍA VEINTICUATRO
ROSA MINIATURA
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
¡Qué esbelta y majestuosa es la palmera!
¡Cómo se eleva rebosando vida!
Y aunque se ve tan alta, nunca impera,
Sabe doblarse y nada le intimida.
Si sopla el huracán, y su ramaje
Con furia azota, cierra su abanico,
Baja sus ramas, pasa el oleaje,
Y no marchita su verdor tan rico.
Sólo ella vivir puede en el desierto
Soportando el furor de olas de arena;
Y formando con otras dulce huerto
Permanece allí en pie, firme y serena.
Resiste de los vientos el embate
Sin que le asuste el vendaval; es fuerte,
Y siempre pronta está para el combate,
Y queda vencedora de la muerte.
¡Qué imagen de María tan acabada!
Majestuosa palmera de este suelo,
Como ella sin cesar está elevada,
Siempre su frente señalando al cielo.
Como ella sin cesar vivió doblada,
Por su gran humildad esclarecida.
Con su heroica virtud tan arraigada,
A su alma hermosa nada le intimida.
Vivió sin alterarse en el desierto,
Resistiendo un combate sin segundo,
Y formando a las almas dulce huerto
En el oleaje aterrador del mundo.
Vencedora del mundo y del pecado,
Triunfadora del mal, jamás vencida,
Fue por su corazón inmaculado
La joya del Edén, la preferida.
Aunque se vio tan alta no imperaba.
Fue tan humilde, que en su misma altura
Sin cesar ante Dios se anonadaba;
Por eso es tan sublime, casta y pura.
Por eso fue la Madre del Eterno;
Por su hermosa virtud excelsa brilla;
Por ella es triunfadora del infierno
Y le da la victoria al que se humilla.
Por eso es en el cielo la primera
Después de Dios que la formó tan santa,
Y aquí en la tierra, la creación entera
Se postra reverente ante su planta.
Si eres la flor más bella y más preciada,
Si sobre todas se elevó tu tallo,
¿Qué flor te ofreceré, Madre adorada?
Orgullo y gala del bendito mayo.
Esta rosita de color de aurora
Forma graciosos ramos, hoy traje uno.
Es de una dulce planta trepadora
Lindo vástago, amado cual ninguno.
Asida al tronco del robusto pino
O del hermoso fresno, sube ansiosa.
Así se eleva en el amor divino
Quien a la cruz se abraza generosa.
Así subiste tú, cual la rosita
Que ahora vengo a obsequiarte, Niña mía.
Abrazada a la cruz tu manecita
Y enclavándote allí con alegría.
¡Esclarecida reina de las almas!
Fragante flor entre las flores puras
Acepta mis rositas y mis palmas
Y elévame contigo a las alturas.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.