DÍA VEINTIDOS
RAMOS DE OLIVO
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
El olivo es la paz, es la esperanza,
Fue para el arca santa la alegría.
Símbolo fiel de la bendita alianza
Que con la tierra su creador hacía.
El olivo llevó la paz deseada,
Fue la paloma, el dulce mensajero,
Como fuiste tú, Virgen Sagrada
Muchos siglos después, al mundo entero.
El olivo mitiga los dolores;
Su bálsamo suaviza las heridas.
Es luz cerca del Dios de mis amores
En lámparas de fe siempre encendidas.
Testigo mudo y fiel de su agonía,
De su hermosa oración y su amargura
A él le toco la mística alegría
De arder siempre en honor de la Hostia pura.
Es el guardián del templo solitario
En todos los lugares de la tierra;
Y vela sin cesar junto al Sagrario
Que a nuestro Rey Sacramentado encierra.
Tú la paloma fuiste, que del arca
Donde vivías feliz bajaste al suelo
Cual mensajera fiel del Gran Patriarca,
Para volver con el olivo al cielo.
Fuiste lámpara hermosa del santuario
Deslumbrante de amor, de fe y ternura,
Y ardía en tu corazón, rico incensario,
Incienso de oración sublime y pura.
Mucho antes que los magos ofrecieran
Al Hijo de tu amor, perfumes y oro,
Mucho antes que a su cuna los rindieran,
Se los brindaste tú, rico tesoro.
El oro de tu amor, de gran valía,
De tu oración el perfumado incienso,
Llegaban a su trono, Madre mía,
Y eran presentes de valor inmenso.
Desde niña, en el Templo, anonadada,
En muda adoración corría tu vida.
¡De allí saldría la humanidad salvada
Y de sus grandes culpas redimida!
Mirra de sufrimientos y torturas
De mortificación, era tu ofrenda.
Alma escogida entre las almas puras,
¡Qué exquisita era de tu amor la prenda!
¡Dulce olivo de paz! ¡Rama bendita
Del tronco de David, qué grande eres!
¡Desde tu concepción, casta Infantita,
Fuiste pura entre todas las mujeres!
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.