DÍA VEINTIUNO
HELIOTROPO
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
Temerosos los hombres de otro castigo
Que sobre ellos cayera por sus pecados,
Levantar intentaron seguro abrigo
Para en nuevo diluvio quedar salvados.
Una torre grandiosa, fuerte, elevada,
Construyeron entonces. Vanos intentos.
Porque como obra humana, fue derrumbada
A pesar de la fuerza de sus cimientos.
Entre tanto que el hombre, siempre altanero,
Quiso poner un dique contra torrente
Dios, compasivo y dulce como un cordero
Otra torre grandiosa tenía en su mente,
Castillo inexpugnable, bien guarecido,
En cuyas murallas se han detenido
Las míseras pasiones del bajo suelo.
De marfil es la torre blanca y hermosa,
Del Divino Arquitecto obra acabada,
Cuyo cimiento es firme porque reposa
En la mano potente por quien fue criada.
¡Torre de fortaleza! Junto a tus muros
Resguardados se sienten los corazones.
Allí, del enemigo se hallan seguros.
Allí, cesa el ataque de las pasiones.
Si tus hijos vencidos en la batalla
Llegan a tus moradas encantadoras.
Tienen allí una mano que siempre acalla
De su pecho las quejas desgarradoras.
Una mano bendita, que sus heridas
Restaña con ternura, con santo anhelo,
Y devuelve esperanzas que están perdidas,
Indicando amorosa la luz del cielo.
El pecho del apóstol, del misionero,
De esa torre ha salido lleno de vida;
Y vencedor del mundo terrible y fiero
A ella ha vuelto sus ojos en la partida.
El corazón del mártir, dulce, esforzado,
Encontró en ese asilo su fortaleza.
Encontró allí una Madre que con cuidado
Suavizara la espina que le atraviesa.
El alma de la Virgen que enamorada
Vive al pie del Sagrario cual fiel paloma,
Salió de aquella torre pura y sagrada.
Y allí tiende sus alas y fuerza toma.
Para volar muy alto por el sendero
De la cruz del esposo que la ha escogido,
Para subir en ella como el cordero
Y dejar que allí muera su pecho herido.
Confesores ilustres, llenos de celo.
Que a su Señor imitan y en él perdonan
En esa torre hallaron la luz del cielo,
El saber y la ciencia de que blasonan.
Todo a ti lo debemos, Madre adorada,
La luz en las tinieblas desgarradoras,
La paz en los combates tan deseada,
y la palma en las luchas desoladoras.
Por ti viste de gala la tierra entera,
Por ti mayo aparece dulce y sonriente,
Y cual rey de las flores de primavera
Teje lindas coronas para tu frente.
De sus ricas alfombras cual la esmeralda,
Forman un tapiz gracioso en tus altares
Coloca de heliotropos dulce guirnalda
Teñida con sus luces crepusculares.
Y como si ofreciera regios brocados,
Para alfombrar tu trono, Virgen María,
Se aleja venturoso por sus sembrados
A preparar sus flores para otro día.
Manecitas de niñas tiernas y puras
Te ofrecen esas flores de suave aroma,
Y de esas manos suben a las alturas
Y cual incienso llegan a su Paloma.
¡A la Torre invencible del Rey del cielo!
¡A la mística Rosa de sus jardines!
¡A la que rinden culto con santo anhelo
Los coros de querubes y serafines!
¡Niña de mis amores, alma del alma!
De heliotropos corono tu sien bendita.
Salve, Torre de Reyes, hermosa palma
¡De mártires gloriosos, Dulce Infantita!
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.