DÍA DIEZ Y NUEVE
UVAS Y ESPIGAS
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
La tierra de labor recibe el grano
Y en sus surcos entierra esa semilla,
Pero en su seno maternal le acoge
Y la reanima para darle vida.
El grano se transforma, luego crece
Y se levanta en majestuosa espiga,
Que embellece los campos y a las almas
Las inunda de dulces alegrías.
Cuando se acerca el tiempo de la siega
Y el sol ha madurado las espigas,
¡Qué perfume se extiende por doquiera!
¡Qué cosecha tan grata se avecina!
Mas si contemplo un campo bien logrado
se me inunda el corazón de dicha,
Y bendigo al Creador del universo
Que con tan dulce caridad nos cuida.
Y nos da el alimento en abundancia
Cual si fuéramos tiernas avecitas,
Mucho más lo bendigo cuando encuentro
En el trigo un emblema de María.
Como dice el Cantar de los Cantares:
“tu seno es fecundísima gavilla.”
¡Qué imagen tan hermosa, dulce Madre!
¡Qué fiel comparación, Virgen bendita!
Tu inmaculado seno fue el Sagrario,
Y fue el primer viril de la Hostia viva.
Tu corazón, el santo tabernáculo
Del hombre Dios que a redimir venía.
La urna preciosa donde fue guardado.
Poco antes de morir por darnos vida
En la noche por siempre memorable
En que bendijo el Pan, de amor insignia,
Tu cuerpo no se hallaba en el cenáculo,
Pero allí estaba tu alma, allí tu dicha.
¡Qué transportes de amor tendrías entonces!
¡Qué gracias tan excelsas y divinas!
En tu alma hermosa, inmaculada y santa
El Padre celestial derramaría.
¡Qué éxtasis tan sublime, Virgen Madre!
¡Qué comunicación tan dulce y rica!
Pues no era justo, ¡oh Reina! Que privada
Quedaras de tal don en las primicias.
¡Qué fortaleza para aquel martirio
En que tu amante corazón vivía!
¡Qué abnegación para subir al Gólgota
Y ensangrentarse allí con las espinas,
Con la lanza cruel y con los clavos
Que hicieron a tu Dios, Virgen María!
Por eso hoy, permite que te ofrezca
En lugar de una flor, uvas y espigas,
Conmemorando el Santo Sacramento,
La presa del amor más escogida.
La finura más grande de un Dios-Hombre
A sus hijos ingratos y deicidas.
La flor del trigo y de la vid te traigo.
Rebosando ternura, Madre mía.
Y no sabiendo cómo darte gracias
Por dádiva tan grande y exquisita.
Dame un rayo de amor. Dame del fuego
En que tu alma dichosa está encendida,
Y así estaré como perpetua lámpara.
En torno del altar, Reina María
Y tu dulce Jesús, no estará solo,
Tendrá siempre mi humilde compañía
Velando enamorada ante el Sagrario
Del Celestial Edén del alma mía.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.