DÍA CATORCE
AMAPOLA
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
¡Qué hermosa estás! ¡oh Niña! Entre las rosas
Duermes pensando en tu amoroso Dueño,
Cuidada por las alas candorosas
De ángeles mil que velarán tu sueño.
¡Qué hermosa estás, María! Tu rostro bello
Revela santa y deliciosa calma,
Como vives en Dios, tienes el sello
De su divino amor que inunda tu alma.
Las borrascas no invaden tu alma pura;
En ella sólo hay plácida bonanza;
Por eso quien se acoge a tu ternura
No naufraga, pues eres la Esperanza.
En tu frente serena y apacible
Se mira el limpio resplandor del cielo,
Y el que te sabe amar es imposible
Que desmaye, pues eres el consuelo.
¡Quién si se llega a ti, Niña hechicera!
Podrá decir que su maldad le abisma,
Si eres la Fe constante y verdadera
¡y la Misericordia eres tú misma!
¡Quién estando agobiado por sus males!
No sana con tu amor, Niña bonita,
Si eres tú la salud de los mortales,
¡si eres del mal segura medicina!
¡Cuál es el pecador que en tu regazo!
No encuentra la virtud que le hará amable,
Si le defiende tu potente brazo
¡Y tu amor purifica al miserable!
Nunca el que cifra en ti su gran confianza
Podrá sentir temor o desconsuelo,
Pues eres arca de bendita alianza
Y puerta franca que conduce al cielo.
¡Oh estrella matinal! Rico tesoro,
Infantita María, Reina hermosa,
Escala de Jacob, Casa de oro
¡Quién iguala tu luz esplendorosa!
Santa Madre de Dios Inmaculada
Desde el primer instante de tu vida.
Por confesar tal gracia, Madre amada
Permite que mi sangre sea vertida.
Y que riegue con ellas las corolas
De estas humildes flores que hoy te envío.
De este ramo de frescas amapolas
Frágiles como yo, dulce bien mío.
Débiles son; sus pétalos de gasa
El soplo de la brisa los marchita.
La ráfaga de viento pronto pasa
Pero al pasar, cruel los precipita.
Así haría con los pétalos del alma
El soplo audaz de la pasión traidora,
Si en ti no hallaran la bendita calma
Y la fuerza ante el alma destructora.
Fortaleza del débil, luz del ciego,
Conductora y fanal del desgraciado,
No me dejes jamás, yo te lo ruego
Por amor de Jesús Crucificado.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.