DÍA TRECE
LIRIO
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
La aurora de hoy con sus mejores galas
Se presentó ante ti, Niña bendita,
Y en su carro de luz de tenues alas
Vino a traer su ofrenda peregrina.
Un blanco lirio puro y delicado
Que abrió su cáliz al nacer el día,
Y le dijo a la aurora: Yo he brotado
Al soplo de tu amor, para María.
Dame tus perlas, sonriente aurora
Pues quiero estar engalanado, hermoso
Y ante mi Reina y sin igual Señora
Me quiero presentar esplendoroso.
Para obsequiar a la preciosa Niña
Gala de los jardines celestiales,
Será preciso que mi cáliz ciña
Con un collar de perlas virginales.
Tú me lo puedes dar; en mi corola
Derrama tu benéfico rocío,
Y esas perlas serán una aureola
De María Niña, del encanto mío.
Aquí está el blanco lirio; su ropaje
Tomó de ti su gracia y su hermosura.
De tu pureza angelical, el traje;
De tu alba frente su sin par tersura.
Pues Tú, Reina inmortal de la pureza
Les prestaste tus galas a las flores.
A ti deben ¡oh Niña! Su belleza,
Su fragancia suavísima y colores.
Porque Dios al crear a todas ellas
Infantita bendita, en ti pensaba,
Y sólo por tu amor las hizo bellas
Y en cada una ¡oh María! te contemplaba.
Por eso eres la Reina de las flores,
La Reina de los huertos y jardines,
Y así te cantan tiernos ruiseñores
Y así te ensalzan santos querubines.
Y la cuna en que duermes, mi tesoro,
Los ángeles la mecen con sus alas,
Y te arrullan al son de liras de oro
Admirando María, tus regias galas.
Glorificando a Dios que tal te hizo
Para que fueras el sostén del mundo;
La puerta del deseado Paraíso,
La destructora del pecado inmundo.
Mirando doblegado ante tus plantas
Al dragón infernal con su malicia,
Y rodeada tu cuna de almas santas
De las que son la celestial milicia.
¡Qué ternura, qué amor, qué dulcedumbre
Embarga el corazón, tierna Infantita,
Al mirarte tan Niña, y ya en la cumbre
De toda perfección, Reina bendita!
¡Deja que mi alma entusiasmada vuele!
¡Deja que cante el pecho enamorado!
Y que junto a esa cuna amante vele
¡El corazón que a ti se ha consagrado!
Y cuando llegue el venturoso instante
De partir para siempre de este mundo,
A ti sola te invoque, a ti te cante,
Y te ensalce mi labio moribundo.
Y de mi ardiente amor en el delirio
Mi corazón por ti martirizado,
Muera al pie del tu altar, como este lirio
Que sólo para ti fue engalanado.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.