DÍA ONCE
MADRESELVA
Himno:
Tanto amor, para Ti
mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coros de serafines a sus plantas?.
Lucirían en tu trono esas
estrellas que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza
junto a la tuya, ¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
Bello como el albor de la mañana
Es el semblante de la Niña hermosa.
Pura su boca de color de grana
Que envidiaría la purpurina rosa.
Su cuello es de marfil; su casta frente
Ampo de blanca nieve en la montaña.
Su mirada es la luz resplandeciente
Que con fulgores mil el mundo baña.
Su sonrisa es el iris bendecido
Que nos brinda la paz y la confianza.
Es el rayo de sol que da al caído
Tras nube tormentosa, la esperanza.
Es el faro que indica al navegante
Dónde se encuentra el suspirado puerto.
Es la estrella que endulza al caminante
Las áridas jornadas del desierto.
Su voz es manantial claro y fecundo
Que refresca al sediento peregrino;
Su amor, el eje que sostiene al mundo,
El lazo que nos une a lo divino.
Ella es ángel de guarda de los niños,
Es consejera fiel, Madre del hombre,
Y nos hace gustar entre cariños
La dulce miel de su bendito nombre.
Es amparo y sostén del desvalido;
Consuelo del que sufre y del que llora;
Bálsamo suave del que cae herido
En la batalla cruel de cada hora.
Si el mundo es red de engaños y torturas
Y sus lazos nos tiende arteramente,
También es red María, red de ternuras
Que aprisionan nuestra alma y nuestra mente.
¿Qué sería del viajero fatigado
Sin oasis bendito en el desierto,
Y qué del triste náufrago cansado
Sin la esperanza de arribar al puerto?
¿Qué sería del mortal que vaga errante
De flor en flor cual mariposa vana,
Si no le protegiera en todo instante
Desde el cielo tan dulce Soberana?
Se quedaría prendido en las espinas
Sin gozar del perfume de la rosa.
Hechas polvo sus alas diamantinas
Como las de la pobre mariposa.
Pero acudiendo a ti, ya no hay temores
De perecer ni de quedar herido,
Porque tú curas todos los dolores
Y abres tus brazos al mortal perdido.
Y sin medir su nada y tu grandeza,
Sin medir su miseria y tu decoro,
Te llegas hacia él, y la nobleza
De tu amor maternal, seca su lloro.
Si no consigue el pobre atribulado
Acercarse a una reina de la tierra,
La Emperatriz de todo lo criado
Jamás las puertas de su alcázar cierra.
Siempre tendréis encantadora audiencia
Pobres, enfermos, por el mal manchados,
¡Pecadores, abrid vuestra conciencia
Y hallarán el perdón vuestros pecados!
Venid frente a la cuna de María,
Venid, no os alejéis, ¿quién os lo impide?
Ella es la Reina bondadosa y pía
Que consigue del Rey cuanto le pide.
¿Qué ofrenda le traéis? Ella os espera.
¿Madre selva se llaman vuestras flores?
Pues decidle con fe firme y sincera:
«Madre, salva a tus hijos pecadores.»
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña preciosa, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña celeste, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre
Ellas te canten, Niña querida,
endechas tiernas de nuestro amor
dulces cantares de amor divino,
pura alabanza, grato loor,
mientras el alma con triste pena
ya se despide, adiós, adiós.