Lo escribió la M. Angelina Sort Delmonte, ein, y a través de todos sus versos se ve claro el amor que salió de esa pluma manejada por un corazón enamorado de nuestra Excelsa Reina, la Inmaculada Niña.
Cada día del mes de mayo ofrecemos una flor a la Virgen María: allí está la violeta con su humildad, la azucena con su delicadeza, la rosa con su amor, el jazmín con su entrega perfumadora,… y así todas las flores, símbolo de las virtudes que deben distinguir a los verdaderos Esclavos de la Inmaculada Niña.
El mes de María es perfume, oración, poseía y amor que ofrecemos a la Madre de Dios.
DÍA PRIMERO
VIOLETA
Himno:
Tanto amor para Ti mi pecho encierra
que obsequiarte quisiera, Madre mía.
Mas… ¿puede dar la tierra
algo digno de ti, Virgen María?
¿Existirá algo en este bajo suelo
para ofrecer a la Santa de las santas
si tiene allá en el cielo
coro de serafines a sus plantas?.
¿Lucirían en tu trono esas estrellas
que vistas desde aquí nos maravillan,
junto a ti serían bellas
si con la luz de tus pupilas brillan?.
¿Tendrían valor las perfumadas rosas…?
cierto es que son vistosos sus colores,
Pero… ¿serán hermosas
al lado de la reina de las flores?
¡Si al ver el sol tu rubia cabellera
de ella recoge todos sus fulgores,
y la celeste esfera
a Ti debe sus puros resplandores!
Si de tu frente toma su pureza
el blanco lirio que entre espinas crece,
y toda su belleza junto a la tuya,
¡oh Niña, desparece!
Si no tienen medida
¡oh Madre de mi amor tus perfecciones!
por eso en este mes que es todo tuyo
recibe nuestro amor, nuestro desvelo,
y sírvate de arrullo
nuestra oración que se levanta al cielo.
FLOR DEL DÍA:
En los campos marchitos, agostados
del crudo invierno por el soplo frío,
se ven pequeños puntos azulados
cubiertos de finísimo rocío.
Entre tupida alfombra de esmeralda
se oculta pudorosa la violeta,
que en su corola pequeñita guarda
su perfume sutil, casta y discreta.
Es una flor humilde pero hermosa;
su traje de modestia nos cautiva.
Y nace en el mundo cuando ya la rosa
ofreció su belleza siempre altiva.
La violeta no busca competencia,
vive feliz muy inmediata al suelo,
y desde allí reparte suave esencia,
y le llega hasta allí rocío del cielo.
Lo mismo que esta flor tan delicada,
lo mismo que esta flor tan preferida
la Divina Infantita Inmaculada,
la Niña María recién nacida.
Se presentó en los campos agostados
de esta tierra infeliz llena de abrojos
y nos abrió paisajes azulados
al abrir a la luz sus dulces ojos.
Sus labios entreabrió, y en su sonrisa
nos leyó un porvenir de bienandanza,
y su perfume virginal, la brisa
le repartió cual auras de bonanza.
Nació cual la violeta humilde y pura
y por esa humildad tan encumbrada
que distancia no había de aquí a la altura
para la hermosa Niña Inmaculada.
A ti me acojo, Reina de Profetas,
Virgen bendita, amor de mis amores,
acepta este manojo de violetas
¡oh tú, la más humilde de las flores!
Y pues de ti tomaron el perfume
y de ti su modestia pudorosa,
en prenda del amor que me consume
las coloco a tus plantas, Niña hermosa.
ORACIÓN FINAL:
Ave María, Gloria al Padre
De amores llena te traigo el alma,
Niña María, dulce ilusión.
recibe ¡oh Reina, de mis amores
del alma nuestra, muy pobre don.
Niña preciosa, del mundo encanto;
jarrón de flores tu pecho es,
permite ¡oh Reina!, que en él coloque la flor que ves.
Ave María, Gloria al Padre