La espiritualidad E.I.N, un don del Espíritu
El Espíritu es uno, pero los efectos que sus dones o carismas producen en quienes los reciben son diferentes. El Carisma es el don gratuito que Dios otorga por medio de su Espíritu a una persona concreta o a un grupo de personas para que pongan de relieve un aspecto del misterio de Cristo o para que hagan presentes en el mundo los signos que atestiguan la presencia del reino de Dios en medio de los hombres.
Al hablar del Carisma, se hace referencia a lo que los Fundadores en primer lugar, y después cada EIN han recibido gratuitamente del amor salifico de Dios Padre por medio de su Espíritu.
El carisma parte de la iniciativa del Espíritu. El carisma, en si mismo, subraya la acción del Espíritu que es uno; en cambio la espiritualidad subraya más bien la respuesta de quien ha recibido el carisma; es decir, lo que esta persona o grupo de personas construyen, sin duda también bajo la acción del Espíritu; de modo que la espiritualidad podría definirse como el conjunto de los modos en que una persona o un grupo de personas reciben el carisma y responden a sus exigencias.
El carisma antecede a la espiritualidad como el don de Dios precede a la respuesta humana, aunque ambas realidades estén íntimamente unidas. El Carisma lo da Dios; depende enteramente de su gratuidad; la espiritualidad la construye el hombre como respuesta al don de Dios; es el resultado de la respuesta de la persona al don de Dios.
La espiritualidad en las Esclavas de la Inmaculada Niña implica una llamada de Cristo; es gracia de Cristo; es vida en el Espíritu, que penetró profundamente todo el entramado de la vida y de la misión de los fundadores; y esa gracia de Cristo y esa vida en el Espíritu han de penetrar también, no menos profundamente, toda la pluriforme red de relaciones de la vida de cada esclava en particular y de toda la Congregación en cuanto tal, a fin de convertir sus acciones más triviales de cada día en una verdadera historia de salvación. Se trata de una vida en el espíritu que crece, se desarrolla en el tiempo y en el espacio; y que, por consiguiente, está estrechamente vinculada con la historicidad, cuyas coordenadas son precisamente el tiempo y el espacio.
La espiritualidad EIN, al contrario que el carisma EIN, se puede transmitir, en cuanto que fue la respuesta de los fundadores a la iniciativa divina; y esta respuesta se convirtió en prototipo de la respuesta que cada EIN, y de todas como Congregación, han dado a la iniciativa de Dios sobre ellas; siempre bajo la iluminación del Espíritu Santo.
Por todo lo dicho, la espiritualidad EIN podría definirse como el conjunto de reacciones y de expresiones personales y comunitarias que visibilizan las inspiraciones y convicciones de las EIN frente a Dios, frente a los hermanos y frente a las cosas. La espiritualidad EIN tiene un punto de referencia concreto desde el cual se vive todo el misterio cristiano, pero no son ellas quienes lo consiguen por sí mismas, sino que Dios las ha convocado por pura gratuidad para que vivan únicamente desde ese centro:
“Dios nos escogió para darnos a la
Inmaculada Niña y que en nuestras
manos naciera la Esclavitud…»
Ese punto en torno al cual gira toda la espiritualidad de la congregación y desde el que se vivirá todo el misterio cristiano, es la Inmaculada Niña; el amor a la Inmaculada Niña no es “cualquier cosa”, un aspecto más en la espiritualidad congregacional. Ella es el motor que lo moverá todo en la Congregación: “sépanse que para nosotros el amor a la Inmaculada Niña no ha de ser cualquier cosa, sino que en nuestra Congregación, debe ser la Inmaculada Niña como el resorte que mueve.»
“…en su nombre levantaremos Asilos por todas partes, y salvaremos a los niños, no digo, y todo ese honor, y toda esa gloria, no será más que para Ella, para la Virgen Niña” (M. Ma. del Rosario Arrevillaga)
La espiritualidad de la Congregación tiene también unos reflejos peculiares que se han de manifestar a través de un estilo de vida en la práctica de una serie de virtudes que configuran el rostro exterior de las Esclavas de la Inmaculada Niña. En palabras del Siervo de Dios P. Federico Salvador Ramón:
“La Esclavitud es: Humildad que desea el desprecio por Cristo. Obediencia que no conoce la propia voluntad. Sencillez que no conoce sino la recta intención. Espíritu de sacrificio que da la vida por Dios y por las almas. Generosidad que a todo renuncia y a sí momos se da. Amor agradecido que se ofrece, se inmola y se hace uno con Jesús en la Misa de cada día.”
“La Esclavitud es: darlo todo a María para ser toda de Jesús. Invocar siempre a María para dar agrado a Jesús. Recibirlo todo de María para cumplir este deseo de Jesús. Ofrecerlo todo a María para dar más contento a Jesús. Pedir el reinado de María para que venga el reinado de Jesús”
El nº 5 de nuestras Constituciones resume la espiritualidad de la EIN
“Nuestra peculiar fisonomía
Está determinada
Por el amor a la Virgen Niña;
Un especial amor
Y culto a Cristo eucaristía;
Obediencia y humildad profunda y alegre;
Disponibilidad y caridad
Para nuestro prójimo;
Sencillez y mansedumbre
En todo nuestro comportamiento.
“Sean dulcísimos para amar
Y fieras para sufrir, procuren
La felicidad de todos a costa
De los mayores sacrificios.
Encierren siempre las Esclavas
Sus obras en la espontánea
Sonrisa de la afabilidad.