CAMINO DE PASCUA A PENTECOSTÉS
Día 37: El Espíritu intercede por los santos
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Invocación
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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Himno
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetras las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
Según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
Dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén
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Oración para todos los días
Oh Señor, el día de tu Ascensión dijiste a los Apóstoles: “Esperen la promesa que les hice de parte del Padre”. Con la fe puesta en tu promesa espero con amor la venida de tu Espíritu. Haz que durante estos cincuenta días persevere en oración junto con tu madre María, para que se realicen en mi vida las mismas maravillas del día de Pentecostés. Te lo pido, Padre, por Cristo nuestro Señor. Amén.
(Silencio y/o reflexión compartida)
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Lectura de la palabra de Dios
“Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sobe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios”. (Rom. 8,23-24a)
(Silencio y/o reflexión compartida).
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Preces
Señor, ilumíname:
– Para que aprenda a orar guiado por el Espíritu Santo.
– Para que esté atento al gemido del Espíritu en mí.
– Para que la vida se haga tema de mi oración y compromiso.
(Preces libres)
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Padrenuestro
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Oración final
Oh Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, tú conoces mis debilidades y estás en lo más íntimo de mi corazón; haz que tu Espíritu dirija mi corazón y que, iluminado por su presencia, comprenda lo que Tú quieres de mí en favor de mis hermanos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.