CAMINO DE PASCUA A PENTECOSTÉS
Día 27: La circuncisión del corazón
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Invocación
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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Himno
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetras las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
Según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
Dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén
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Oración para todos los días
Oh Señor, el día de tu Ascensión dijiste a los Apóstoles: “Esperen la promesa que les hice de parte del Padre”. Con la fe puesta en tu promesa espero con amor la venida de tu Espíritu. Haz que durante estos cincuenta días persevere en oración junto con tu madre María, para que se realicen en mi vida las mismas maravillas del día de Pentecostés. Te lo pido, Padre, por Cristo nuestro Señor. Amén.
(Silencio y/o reflexión compartida)
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Lectura de la palabra de Dios
“Pues no es judío el que lo es externamente ni es circuncisión la que lo es externamente, es decir, en la carne, sino que es judío quien lo es en lo oculto, y la circuncisión del corazón lo es en espíritu y no en la letra”. (2Cor. 13, 11.13)
(Silencio y/o reflexión compartida).
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Preces
Oh Dios, ayúdame a:
– Ser cristiano de verdad y en todas las circunstancias.
– Tener un corazón abierto y humilde a la acción del Espíritu.
– Transformar mi fe en un verdadero signo del reino de Dios.
(Preces libres)
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Padrenuestro
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Oración final
Oh Dios, fuente de toda justicia que diariamente me llamas a la santidad: derrama tu Espíritu sobre mí para que con su fortaleza pueda cambiar mi vida. Que su presencia sea un fuego de verdadera conversión dentro de mi corazón. Hazme verdadero discípulo de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.