CAMINO DE PASCUA A PENTECOSTÉS
Día 10: Un mismo Espíritu y Señor
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Invocación
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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Himno
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetras las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
Según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
Dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén
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Oración para todos los días
Oh Señor, el día de tu Ascensión dijiste a los Apóstoles: “Esperen la promesa que les hice de parte del Padre”. Con la fe puesta en tu promesa espero con amor la venida de tu Espíritu. Haz que durante estos cincuenta días persevere en oración junto con tu madre María, para que se realicen en mi vida las mismas maravillas del día de Pentecostés. Te lo pido, Padre, por Cristo nuestro Señor. Amén.
(Silencio y/o reflexión compartida)
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Lectura de la palabra de Dios
“Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común”. (1Cor. 12,4-7)
(Silencio y/o reflexión compartida).
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Preces
Concédeme, Señor Jesús:
– Que sepa apreciar los dones del Espíritu.
– Que ponga mis talentos al servicio del bien común.
– Que admire los dones que Dios da a los demás.
– Que no me deje llevar de la envidia o rivalidad.
(Preces libres)
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Padrenuestro
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Oración final
Oh Dios, de ti procede todo don; haz que sepa utilizar los talentos que me regalas para edificación del bien común. Purifícame de toda envidia y rivalidad, para que, junto con mis hermanos y viviendo en un mismo Espíritu, edifique el reino del Padre. Por Cristo nuestro Señor. Amén.