¿Qué quieres de mí hoy?
Venimos acompañando a Nuestro Señor en esa entrega que hace de su vida, no es fácil para Jesús ya que dice: “Ahora mi alma se siente turbada. ¿Y qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Mas para esto he venido yo a esta hora”. (Jn. 12,27) y en el huerto de los olivos: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. (Lc. 22,42), más adelante escribirá el evangelista: “Lleno de angustia, oraba con más insistencia; y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra”. (Lc. 22, 44). La carta a los hebreos nos va a decir: “Habiendo ofrecido en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte, fue escuchado por su reverencial temor. Y aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obediencia, y por ser consumado, vino a ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna, declarado por Dios Pontífice según el orden de Melquisedec”. (Hb. 5,7-10) El mismo Cristo con su ejemplo nos enseña a descubrir la voluntad de Dios en nuestra vida y a cumplirla hasta el final. Muchas veces nos pasamos defendiéndonos de las injusticias, defendiendo nuestros derechos, intereses, planes, proyectos, etc., y decimos: Dios, bendice mis planes, mi trabajo… pero nos rehusamos a escucharle, a hacer lo que Él quiere de nosotros, eso no está en nuestra agenda, eso implicaría sufrir y morir a muchas cosas que me gustan y que en realidad… pues no son malas, no pasa nada si me doy uno que otro gustillo.
Atrevámonos hoy en la oración a preguntarle a Nuestro Padre Celestial ¿Qué quieres de mí hoy?