Monición
El paso del tiempo nos interpela, por eso, al terminar un año y al empezar el nuevo, nos reunimos en oración.
Es un momento para reflexionar, para agradecer, para pedir perdón, para suplicar e interceder. Es cierto que el tiempo pasa, y que el tiempo es don, y que nosotros lo aprovechamos mejor o peor. Ahora queremos ser conscientes de todo lo que Dios nos ha bendecido a lo largo del año que pasó y de la respuesta que hemos dado; a la vez que nos abrimos a su generosidad, que no termina y nos regala un NUEVO AÑO.
Decimos que el tiempo pasa enseguida, sobre todo a cierta altura de la vida.
En este momento de oración queremos renovar nuestra confianza en el Señor. Para Él nuestros años no están vacíos, nuestra vida es muy valiosa para Él, no se debe a nuestros méritos, sino a su gran misericordia.
Somos para Dios algo más que una simple flor del campo, que el viento la roza y ya no existe; somos hijos/as muy queridos/as y muy valiosos/as; y nos sentimos colmados/as de su gracia y de su ternura. No seremos para Él una piedra que se tira, sino una piedra noble que se utilizará para construir el Reino de Dios.
Pidamos en estos momentos a Nuestro Señor Jesucristo que ilumine nuestro caminar en este AÑO NUEVO que comenzará dentro de muy poco, que Él sea nuestra LUZ y que día a día nos colme de gracias y bendiciones.
(Mientras encendemos las velas, cantamos)
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu. (3)
Ilumíname, ilumíname, Señor.
Y DÉJAME SENTIR
EL FUEGO DE TU AMOR
AQUÍ EN MI CORAZÓN, SEÑOR. (2)
Fortaléceme, Señor, con tu Espíritu (3)
Fortaléceme, fortaléceme, Señor.
Y DÉJAME SENTIR…
Transfórmame, Señor, con tu Espíritu (3)
Transfórmame, transfórmame, Señor.
Y DÉJAME SENTIR…
Introducción a la Palabra de Dios
A lo largo de los días y de los años tenemos que caminar en el Espíritu y vivir por el Espíritu, para que nuestros días y años no resulten vacíos o perniciosos, sino que podamos recoger los frutos de este espíritu.
Palabra de Dios (Gal. 5,16-25)
Repasando nuestra vida, repasando este año que termina, ¿qué frutos podemos presentar al Señor?. También podría darse el caso que en lugar de frutos dulces diéramos frutos amargos. Repasemos los frutos del Espíritu. Repasemos los mandamientos del Señor. Repasemos los sentimientos del Corazón de Cristo Jesús. Repasemos las obras de misericordia.
La marca cristiana que da garantía y calidad a nuestros frutos, es la CARIDAD, EL AMOR DE Jesucristo. Es lo que da peso y sabor a nuestra vida. Si nuestras obras llevan el toque de este amor, serán frutos dulces, sabrosos. Lo que no lleva la savia del amor, no sirve. El día que no pueda presentar un fruto de amor, considéralo perdido.
No te fijes solamente en cosas importantes. Pueden ser cosas muy sencillas, muy ordinarias, muy pequeñas. Todas serán grandes si se revisten de amor. Todo, desde una oración a un servicio, desde un dolor a un cansancio, desde una palabra a una escucha, desde una sonrisa a un beso, desde una llamada a una carta. Todo, incluso el trabajo y el estudio obligado, el fracaso cosechado, el entretenimiento y la diversión, el silencio y la impotencia. Todo, la familia, la amistad, la vida fraterna, los actos religiosos, la vocación, el testimonio y la entrega.
(En la silueta de un árbol, previamente preparado, se irán poniendo los siguientes letreros, que simbolizan los frutos: AMOR, PAZ, ALEGRÍA, CASTIDAD, OBEDIENCIA, POBREZA, PACIENCIA, SACRIFICIO, FIDELIDAD, BONDAD, LIBERTAD, GENEROSIDAD, COMPASIÓN, SENCILLEZ, HUMILDAD, MISERICORDIA, …Pueden añadirse otros)

SALMO (Puede rezarse a un solo coro, o a coros alternados)
LA MISERICORDIA DEL SEÑOR DURA POR SIEMPRE
Bendecimos a Dios, que es nuestro Padre,
Revestido de benevolencia.
Nos crea y nos recrea en cada instante,
Nos envuelve en su mirada cariñosa.
El hombre es como flor del campo,
Pero Dios lo colma de gracia y de ternura;
Está de paso por la tierra,
Pero Dios lo colma de gracia y de ternura;
los días de su vida están contados,
Pero Dios lo colma de gracia y de ternura.
Por eso no tememos el paso de los años,
Ni nos preocupa el cansancio, la vejez, el deterioro,
Porque Él renueva nuestra juventud
Y nos da alas de águila.
No tememos tampoco la muerte
Porque Él nos rescatará de la fosa,
Nos librará de la nada,
No caeremos en el vacío,
Caeremos en sus manos.
Ni siquiera nos angustian nuestros fallos y pecados,
Porque Él perdona nuestras culpas
Y cura todas nuestras enfermedades.
Es verdad que somos barro,
Pero el Padre conoce nuestra masa
Y siente ternura por sus hijos.
Por eso bendecimos al Señor
Y le damos gracias,
Porque es compasivo y misericordioso
Y su misericordia dura siempre.
Pasan los años, siglos y milenios,
Pero su misericordia no pasa ni se agota,
Se renueva y desborda con el tiempo.
LA ESPERANZA
Al empezar un nuevo año, nos abrimos al futuro con ilusión grande y con esperanza creciente. ¡Caminamos con esperanza! ¡Caminamos con la alegría del Evangelio! ¡Caminamos con el ardor misionero de nuestros Padres Fundadores!. Cristo, contemplado y amado, ahora nos invita una vez más a ponernos en camino. Contamos con la fuerza del Espíritu que sostiene toda esperanza. Y no nos faltará la ayuda de la Inmaculada Niña, que nos acompaña siempre en el camino y nos anima para no desfallecer.
Si miramos el pasado, es para ser conscientes de lo que hemos hecho; ahora hay que mirar al futuro, para darnos cuenta de lo mucho que nos queda por hacer. “Como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse”. “Rema mar adentro”. “Echad las redes a la derecha”. Mirando el pasado, pedimos perdón y damos gracias. Mirando al futuro, confiamos y pedimos fortaleza y protección. Vivimos al día, apoyados en el ayer, sembrando para el mañana. El pasado son las raíces, el presente es la savia, el futuro serán los frutos. No debemos olvidar ninguna de las tres dimensiones. Vivimos el presente, pero no vacío, sino cargado de energía.
Ahora presentemos al Señor, como deseo y súplica, nuestras mejores esperanzas para este nuevo año.
(Contestamos a cada petición: TE LO PEDIMOS, PADRE)
PADRE NUESTRO (Nos tomamos de las manos)
Sintiéndonos miembros de una misma familia, terminemos nuestra oración con las mismas palabras que nos enseñó Jesús. Padre nuestro…
CANTO FINAL
Hazme un instrumento de tu paz,
Donde haya odio lleve yo tu amor;
Donde haya injuria tu perdón, Señor,
Donde haya duda, fe en ti.
MAESTRO, AYÚDAME A NUNCA BUSCAR
EL SER CONSOLADO, SINO CONSOLAR;
SER ENTENDIDO, SINO ENTENDER,
SER AMADO, SINO YO AMAR.
Hazme un instrumento de tu paz,
Que lleve tu esperanza por doquier;
Donde haya oscuridad lleve tu luz,
Donde haya pena, tu gozo, Señor.
MAESTRO…
Hazme un instrumento de tu paz,
Es perdonando que nos das perdón,
Es dando a todo como tú nos das,
Muriendo es que volvemos a nacer.
(o bien)
1.- Hoy que quiero comenzar de nuevo,Quiero hacerlo bajo tus pies,Mis anhelos y esperanzas yo te entregoY mis noches de temor y desaliento,Y mi sed de Dios.Dame, Señora, un poco de tu corazónUn poco de ese amor con que viviste,A mi debilidad dale un poco de tu fuerzaY a mi oscuridad dale un poco de tu luzY de tu paz. |
2.- Hoy que quiero comenzar de nuevoSé que no lo lo puedo hacer sin ti,Necesito que me enseñes el secretoPara andar este camino sin regreso,Para ir a Dios.Dame, Señora, un poco de tu corazón… |