¿QUÉ NOS ENSEÑA LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR PARA NUESTRA VIDA DIARIA?
“¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?” (Hch. 1,11ª)
La Ascensión del Señor nos invita a reflexionar en muchas cosas: todo tiene un principio y un fin; vino del Padre y vuelve al Padre. Aceptar lo que Dios nos regala y entregarle lo que nos pide es una gran lección. Nos alegramos con el nacimiento y llegada del Señor en Belén; nos entristecemos con su partida al cielo. Nos alegramos con el nacimiento de un ser querido; nos entristecemos, y hasta nos enojamos, con la partida al Padre de otro ser querido. Somos incapaces de ver el valiosísimo tiempo que perdemos ‘plantados mirando al cielo’ contemplando y añorando aquello que hemos perdido, que Dios nos ha pedido; Cristo nos dice ahora lo que en ese tiempo les dijo a sus discípulos: “No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra”. (Hch. 1,7-8)